
Gene Hackman
93 añosPremios: 2 Oscar (más 1 premios y 3 nominaciones) Ver más
Poder absoluto
Si hay algún rasgo distintivo de este actor de dilatada carrera ese es la fuerza que imprime a sus papeles. Una fuerza distribuida en todos y cada uno de sus gestos, movimientos y miradas, para hacernos sentir el vértigo de sus personajes al borde del precipicio. Un actor de carácter y con carácter, en mayúsculas, que llena la pantallade energía y magisterio interpretativo.
“Era el actor ideal para ese papel debido a su aspecto vulgar y cotidiano”. Con estas palabras, Francis Ford Coppola justificaba en una entrevista la elección de Gene Hackman como protagonista de La Conversación (1974). Una visión ajustada a este “monstruo” de la gran pantalla que ha sabido elevarse sobre un físico anticonvencional y adherirse extraordinariamente a la piel madura de sus personajes. La galería de tipos es extensa: egoístas vagabundos, militares de todo pelaje, pistoleros a sueldo, contundentes policías, abogados inmorales, periodistas en apuros, gángsters románticos, sacerdotes heróicos, villanos de cómic... Todos facturados con la solvencia de un intérprete completo. Porque pocos como él causan en un plano tanta sensación de autoridad; la conferida a una personalidad que transpira los episodios de la vida.
La carrera de Hackman se inició tarde. A los los 34 años debuta en Lilith (1964), luego de hacer papelitos de poca monta en televisión y teatro. No tarda mucho en demostar sus cualidades, en una serie de películas de desigual éxito, hasta que rueda Bonnie and Clyde (1967). En el papel de hermano mayor del mítico delincuente, llama la atención de la Academia y lo nominan al mejor actor de reparto. Un aviso de lo que vendría poco tiempo después. Con Mi padre es un extraño (1970) vuelve a rozar el Oscar en la misma categoría. Definitivamente lo consigue un año más tarde, y como mejor intérprete principal, en French Connection (Contra el imperio de la droga) (1971). Aquí hace de “Popeye” Doyle, un expeditivo policía que, decidido a hacerle la vida imposible a una banda de narcotraficantes, nos brinda una de las persecuciones de coches más memorables de la historia del Cine. Hackman descartó a especialistas en sus escenas y quiso vivir las sensaciones de la dura profesión de poli.
En Gene es costumbre sumergirse absolutamente en su papel: “Simplemente, me limito a vivir con él”. A veces hasta capítulos de su biografía le han servido para ilustrar sus personajes. En el estupendo thriller La noche se mueve (1975), muchos elementos personales, como el abandono de su padre cuando era un niño y su alistamiento a los Marines, están presentes en la caracterización del detective Harry Moseby, un papel bordado a la perfección bajo la supervisión de su director favorito, Arthur Penn.
A pesar de que entonces ya gozaba de la vitola de superestrella, sintió el fracaso con películas consideradas hoy de lo mejor de su filmografía. En La conversación impresiona su forma de mostrarnos la crisis emocional y espiritual de un hombre dedicado al espionaje telefónico, pero la película no respondió a las expectativas en taquilla. A partir de entonces su concepto del negocio cinematográfico se amolda a alternar películas comerciales con otras que le provoquen ese placer de entrar en el plató “para asumir las responsabilidades y acciones de otra identidad”. Lo cierto, es que su profesionalidad está fuera de todo cuestionamiento y en films para el gran público como Superman (1978) y secuelas; Más allá del valor (1983) o Rápida y mortal (1995), su presencia ha ayudado a contrarrestar las carencias de unos productos mediocres.
En los últimos 20 años, su nombre salta continuamente de encabezar los títulos de crédito con Testigo accidental, Arde Mississippi (magnífico agente del FBI que investiga la desaparición de tres personas en el racista Sur de Estados Unidos); a un puesto de honor entre los actores de reparto. Sin reparar nunca en el menoscabo de su popularidad, ha hecho papeles desagradables de poderosos sin escrúpulos, como en No hay salida (1988), Poder absoluto (1996), La tapadera (1993), dejando cadáveres en el camino y demostrando cómo adentrarse en las tripas negras de los peores villanos . El más cruel le dio su segundo Oscar (éste secundario) con Sin perdón (1992), el maravilloso western crepuscular de Clint Eastwood, donde es el temible sheriff del condado.
Al fin, en todos los géneros, Hackman siempre ha dejado patente su versatilidad. Incluso en aquellos donde tiene más condicionamientos, como en la comedia (Una jaula de grillos –1996), sabe provocarnos la risa hasta retorcer en la butaca. A sus 70 años sigue en la brecha y en forma. No hay quien le pare a este Miura de la interpretación hecho para la acción, pero dedicado hacer de todo. Su estilo, su escuela tiene el respeto absoluto del gremio y nadie le discute, si quiera cuando reniega de los efectismos del cine actual. Sus dos últimas lecciones son Equipo a la fuerza (2000) y Bajo sospecha (2000), pero tranquilos, aún, seguro, habrá más.
Premios
Ganador de 1 premio
- Actor de reparto Sin perdón
Nominado a 1 premio
- Actor principal Arde Mississippi
Ganador de 1 premio
- Actor principal French Connection (Contra el imperio de la droga)
Nominado a 1 premio
- Actor de reparto Nunca canté para mi padre
Nominado a 1 premio
- Actor de reparto Bonnie y Clyde
Ganador de 1 premio
- Oso de Plata al Mejor Actor Arde Mississippi