
Bruno Ganz
77 años ()El señor del anillo
El actor suizo Bruno Ganz ha ofrecido las dos caras de la moneda. Interpretó al ángel Damiel en "El cielo sobre Berlín" y su secuela, de Wim Wenders, y ha sido un personaje diabólico, el führer Adolf Hitler, en el "El hundimiento". Y curiosamente, en ambos entrega personajes humanizados. Se acaba de conocer la noticia de su fallecimiento, por un cáncer intestinal que se le diagnosticó en 2018, el mismo año en que estrenó "La casa de Jack", de Lars von Trier.
Bruno Ganz nació el 22 de marzo de 1941 en Zurich, Suiza, y es sin duda el actor más conocido de ese país. Su estatura interpretativa es tal que no extraña en absoluto que obre en su poder el Iffland-Ring. Este anillo con un diamante y el retrato de August Wilhelm Iffland, lo posee el mejor actor en lengua alemana del momento y sus poseedores lo pasan a su teórico sucesor desde 1814. Tras morir Josef Meinrad en 1996 el Iffland-Ring pasó al dedo de Ganz.
Aunque fue a la universidad este hijo de un suizo y una italiana, ya en sus años mozos tenía claro que quería ser actor. Ya en 1960 debutó en las pantallas con Der Herr mit der schwarzen Melone, pero no era un título memorable en absoluto, de hecho puede decirse que en sus inicios llamó más la atención Ganz en el teatro. Así, contribuyó a la constitución del Berliner Schaubühne, y acudía al prestigioso Festival de Salzburgo a ofrecer sus interpretaciones escénicas. Una publicación germana le consideró el mejor actor de teatro en 1973. En esta etapa juvenil contrajo matrimonio. Fue en 1965, con Sabine, de la que tuvo un hijo, Daniel, en 1972. Aunque marido y mujer se separaron, nunca optaron por el divorcio, y no consta ninguna relación sentimental posterior de Ganz.
1976 se suele considerar el año del despegue de Ganz. Hizo para el alemán Peter Stein Sommergäste, y para el francés Eric Rohmer La marquesa de O; este segundo film era en alemán. Wim Wenders lo ficharía para El amigo americano (1977), adaptación de la obra de Patricia Highsmith, donde le acompañaba Dennis Hopper. Volvería a repetir con Wenders en sus dos películas angelicales El cielo sobre Berlín (1987) y ¡Tan lejos, tan cerca! (1993); y el amigo y colaborador de Wenders Peter Handke contó con él para La mujer zurda (1978) y La ausencia (1993). Otros prestigiosos directores del nuevo cine alemán que le reclamaron fueron Werner Herzog para Nosferatu (1979) y Volker Schlöndorf para Círculo de engaños (1981).
La primera vez que Ganz estuvo en un film hollywoodiense rodado en inglés fue en Los niños del Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978), inquietante trama de experimentos nazis y cazadores de criminales de guerra, donde coincidió con Laurence Olivier, Gregory Peck y James Mason. Pero de momento era la excepción en una carrera que no le alejaba de la vieja Europa, aun viajando a países exóticos como Polonia para hacer ¡Manos arriba! (1981). Con su compatriota Alain Tanner haría la plomiza En la ciudad blanca (1983), e incluso rodó en España a las órdenes de Jaime Chávarri El río de oro (1986), junto a Ángela Molina. La carrera en cine de Ganz es dilatada, aunque muchos títulos no tenían repercusión internacional digna de ese nombre. Hasta que llegaron “los ángeles de Wenders”. Su trabajo despertaría la atención del griego Theo Angelopoulos, que le dio el papel protagonista de La eternidad y un día (1998). De corte más popular rodaría Pan y tulipanes (2000).
Goza de gran prestigio su trabajo televisivo en dos entregas Johann Wolfgang von Goethe: Faust (2001), donde era justamente Fausto, papel que también representó con increíble pasión en los escenarios. A aquellas alturas Ganz era un actor indiscutible, y aunque sus papeles fuera pequeños, como en los casos de Lutero (2003) y El mensajero del miedo (2004), las escenas donde estaba ganaban sin duda en intensidad.
Le llegó entonces el papel que ha quedado en el imaginario popular. El de Adolf Hitler en El hundimiento (Oliver Hirschbiegel, 2004), que contaba los últimos días en el búnker del Führer. Era todo un desafío porque se trataba de humanizar al personaje, y al tiempo no dejar de reflejar una menta enferma, próxima a la paranoia, y al tiempo con carisma; era además la primera vez que acometía un personaje histórico con el guarda un innegable parecido físico. Lo más sorprendente es que Ganz se mete en Hitler y lo mimetiza de un modo increíble, de modo sosegado, sin caer en los estereotipos. El actor tenía la ventaja de no ser alemán, lo que la permitía una distancia que tal vez no habrían tenido otros actores germanoparlantes. Curiosamente, este papel no le deparó premios en solitario, de hecho los galardones de cine se le resisten, quizá el galardón más destacado es el de los premios europeos a toda su carrera, otorgado en 2010.
Ganz no deja de trabajar, pero siempre en Europa y alrededores y usando el alemán. Ahí están Vitus (2006), donde era el abuelo de un niño virtuoso del piano; Juventud sin juventud (2007), raro trabajo de Francis Ford Coppola, que volvía tras la cámara tras años de ausencia; R.A.F. Facción del Ejército Rojo (2008), sobre este grupo terrorista. Si acudía a películas en inglés, estaban de algún modo enraizadas en su cultura, como The Reader (El lector) (Stephan Daldry, 2008), nueva mirada al nazismo, y Sin identidad (2010), el thriller de Jaume Collet-Serra que transcurre en Berlín.
Su ultimísima gran composición es sin duda la del periodista Tiziano Terzani en El fin es mi principio (2010), mirada a los últimos días de este personaje italiano con esposa alemana, donde el prodigioso actor está irreconocible y transmite la cosmovisión de Terzani y su paz antre la muerte de un modo realmente emocionante.