
Vincent Price
82 años ()Gourmet del fantaterror
Se le recuerda especialmente por sus películas de terror, género al que más esfuerzos le dedicó, sobre todo en la etapa final de su filmografía. Pero antes de triunfar en ese campo, este prolífico y elegante actor de bigote de lápiz había dado sobradas muestras de su versatilidad. Vincent Price impresionaba en pantalla por su imponente presencia, sus refinados gestos y su profunda voz.
Nacido el 27 de mayo de 1911 (el mismo día del año en el que también vendría al mundo, 11 años después, Christopher Lee, otra leyenda del fantaterror) en St. Louis, Missouri, Vincent Leonard Price Jr. procedía de una familia acaudalada. Su padre era presidente de la Compañía Nacional de Caramelos, mientras que su abuelo, Vincent Clarence Price, inventó el cremor tártaro, ingrediente muy apreciado en repostería, lo que le reportó una sustanciosa fortuna.
Vincent Price fue un buen estudiante desde pequeño. Apasionado de la cultura en general y de la pintura en particular, se licenció en Historia del Arte por la Universidad de Yale. Después viajó al Reino Unido para cursar un Master en el instituto de Arte Courtauld, de la Universidad de Londres, pero en el Viejo Continente acabó seducido por el teatro, y se convirtió en actor al participar en un montaje de "Victoria Regina", texto de Lawrence Housman, que se estrenó en Europa y luego en Nueva York. Price acabó instalándose en esta última ciudad, donde se integró en The Mercury Theater, la compañía de Orson Welles. En esta época, la Primera Dama del teatro norteamericano, Helen Hayes, le recomendó que pasara un tiempo sobre las tablas antes de pasarse al celuloide.
Finalmente, Vincent Price debutó en el cine como protagonista de la comedia Service Deluxe, donde interpretaba a un inventor que buscaba a la mujer de su vida. Dirigía Rowland V. Lee, que volvería a requerir de sus servicios en La torre de Londres, un film de ambientación terrorífica en torno al ascenso al poder de Ricardo III, muy en la línea del cine que el actor estaba predestinado a interpretar. Protagonizado por Basil Rathbone (un Ricardo III que cada vez que mata a uno de sus competidores elimina una de las diversas figuritas que tiene colocadas en una maqueta) y Boris Karloff (el cojitranco verdugo de la torre), Price interpretaba al Duque de Clarence, hermano del monarca, ejecutado por traición. También versaba en torno a la historia de Inglaterra la excelente La vida privada de Elizabeth y Essex, de Michael Curtiz, donde Price interpreta al militar y político sir Walter Raleigh.
Su primer film estrictamente de terror fue El hombre invisible vuelve, secuela de la legendaria cinta de Universal, donde interpreta a un condenado a muerte que escapa gracias a la fórmula de invisibilidad del hermano del protagonista de la primera entrega.
Durante la etapa inicial de su larga carrera, Vincent Price estuvo a las órdenes de los mejores directores, como John M. Stahl (Las llaves del reino, Que el cielo la juzgue), Henry Hathaway (El hombre de la frontera), Henry King (La canción de Bernadette), y hasta Joseph L. Mankiewicz (El castillo de Dragonwyck). "Mi personaje en el film de Mankiewicz fue muy difícil de abordar, debido a que se trataba de un desquiciado, un monomaníaco, que no es consciente de su condición. Por esa misma razón fue todo un reto interpretarlo”, comentó el actor. Pero siempre declaraba que consideraba su papel favorito de toda su carrera a Shelby Carpenter, prometido poco fiable y mujeriego de una mujer asesinada, en Laura, del gran Otto Preminger. "Era una cinta casi perfecta", declaró en una entrevista.
Está claro que el actor destaca especialmente como villano, en La legión de los condenados, de Robert Florey, Soborno, de Robert Z. Leonard, y sobre todo Los tres mosqueteros (1948), de George Sidney, donde bordaba al maquiavélico cardenal Richelieu.
En los años 50 empezó a vincularse estrechamente con el cine de terror tras protagonizar la emblemática e inquietante Los crímenes del museo de cera, de André De Toth, rodada en 3D, donde interpreta al profesor Henry Jarrod, un tipo que consigue un inusitado realismo esculpiendo figuras de cera. También fue el hermano del científico abocado a un destino trágico en La mosca (1958), papel que repitió como protagonista absoluto en la secuela, la desmejorada El regreso de la mosca, de Edward Bernds. No renunció a interpretar a secundarios en filmes de otros géneros, como en Los diez mandamientos (1956), de Cecil B. DeMille, donde tiene una destacada aparición como el cruel arquitecto Baca. En esta década interpreta otro de sus mejores papeles, el dueño del periódico en Mientras Nueva York duerme, excelente film noir del maestro Fritz Lang.
En 1960, Vincent Price encarnó a uno de sus personajes más populares, Roderick Usher, artista con problemas de salud que vive con su delicada hermana, que le cuenta a un amigo invitado la maldición que afecta desde hace muchos años a su familia. Fue en La caída de la Casa Usher, memorable adaptación del relato de Edgar Allan Poe, con la que Roger Corman inició su inolvidable saga de versiones del gótico escritor. Vincent encabezó el cartel de El péndulo de la muerte, Historias de terror, El palacio de los espíritus, La máscara de la muerte roja, La tumba de Ligeia y El cuervo (1963). O sea que estuvo en toda la serie, menos en La obsesión, que protagonizó Ray Milland.
La mayoría de estos títulos (La casa Usher, El péndulo, Historias y El cuervo) contaban como guionista con el destacado escritor del género fantaterrorífico Richard Matheson, muy vinculado a la carrera de Price, ya que posteriormente también escribió otro de sus grandes éxitos, La comedia de los horrores, de Jacques Tourneur. El actor también fue el protagonista de El último hombre sobre la Tierra, adaptación de su novela más conocida, que también dio lugar a El último hombre... vivo y a Soy leyenda.
Entre otros muchos trabajos, Vincent Price le dio lecciones de moralidad al mismísimo Elvis Presley en Mis problemas con las mujeres. Fue también Egghead, un villano con el cerebro tan grande que tiene una cabeza de gran volumen en Batman (1966), la serie sobre el personaje.
En los 70, derivó hacia la comedia de terror, riéndose de sus personajes anteriores. Por ejemplo, tuvo un éxito enorme con El abominable doctor Phibes, donde daba vida a un misterioso organista que asesinaba a una serie de médicos. Tuvo una prescindible secuela, Retorno del doctor Phibes. También incluye muchas risas la excelente Matar o no matar, éste es el problema, donde interpreta a un actor especializado en Shakespeare, que tras ser humillado por el Círculo de Críticos de Londres, decide acabar con sus miembros uno a uno, eligiendo muertes inspiradas en las obras del bardo inglés. En El club de los monstruos, de 1981, se convirtió en un misterioso caballero que invita a un escritor a un curioso local en el que le contará tres historias a medio camino entre lo inquietante y lo hilarante.
Divorciado de la actriz estadounidense Edith Barrett (Yo anduve con un zombie), madre de su hijo Vincent Jr., Price estuvo unido durante más de 20 años a la británica Mary Grant, diseñadora de vestuario de títulos como La princesa y el pirata, que dio a luz a Victoria, su segunda y última hija. Al final de su vida estuvo unido a la intérprete australiana Coral Browne (La noche de los generales), que murió dos años antes que él. Vincent Price se consideraba todo un gourmet, amante de la cocina más exquisita, siguiendo la tradición familiar. Publicó varios libros de recetas que fueron muy bien acogidos.
Lindsay Anderson recuperó al ya anciano Vincent Price junto con otras viejas glorias (Bette Davis y Lillian Gish) en Las ballenas de agosto, donde interpretaba a un caballero de origen ruso. El jovencísimo Tim Burton concibió Vincent, uno de sus primeros cortos, rodado en stop-motion, como un homenaje a su carrera, pues se centraba en un niño atormentado que quería ser como los personajes del legendario actor. El cineasta estaba muerto de miedo cuando le pidió a su ídolo que ejerciera como narrador, pero se llevó una grata sorpresa cuando vio que era un hombre muy accesible, que le agradeció el tributo, y aceptó encantado. Posteriormente, Burton le ofreció el simbólico papel del inventor paternal que crea al personaje de Johnny Depp, en Eduardo Manostijeras. En una de las secuencias más emotivas, el doctor fallecía antes de poder ponerle a su invención unas manos normales que habrían evitado la tragedia. Fue su último trabajo en cine, pues en la realidad el cáncer de pulmón provocado por su adicción al tabaco acababa con su vida, el 25 de octubre de 1993, cuando tenía 82 años. Sus restos mortales fueron incinerados y sus cenizas se esparcieron en el océano Pacífico. En 1999 su hija Victoria publicó una completa biografía del intérprete.