
Michael Curtiz
75 años ()Premios: 1 Oscar (más 1 nominaciones) Ver más
Cinco décadas de aventuras
En su momento se tenía la impresión de que Michael Curtiz era un eficaz artesano, pero insulso, sin estilo propio. Con el tiempo ha quedado comprobado que fue uno de los pesos pesados de la época clásica de Hollywood. Su filmografía se aproxima a los dos centenares de títulos, algunos tan conocidos como "Casablanca" o "La carga de la brigada ligera".
Nacido en Budapest, entonces parte del Imperio Austrohúngaro, en diciembre de 1886, Manó Kertész Kaminer proviene de una familia judía. Solía contar que vino al mundo el día de Nochebuena (lo que no está lo suficientemente claro), y otras historias como que abandonó pronto su hogar para unirse al circo, y que formó parte del equipo olímpico de esgrima. En realidad tuvo una infancia y juventud muy corriente.
Estudió en la Universidad Markoszy y en la Royal Academy of Theater and Art, de su ciudad natal, antes de comenzar una carrera como actor y director sobre las tablas, primero en el Teatro Nacional de Hungría. Después pasó una temporada trabajando como asistente de dirección en Copenhage, hasta que debutó como realizador en su país en 1912 con el drama mudo Ma és holnap, que firmó con el pseudónimo de Kertész Mihály.
Siguió rodando en Hungría durante muchos años hasta el final de la I Guerra Mundial en 1919, cuando tras la derrota del imperio, su lugar de residencia se convirtió en la República Soviética Húngara, bajo influencia de la URSS. Por estos cambios políticos radicales y totalitaristas, el cineasta se vio obligado a huir dejando inacabada Liliom, adaptación de una obra teatral sobre un joven que trabaja en una feria, que posteriormente daría lugar a versiones de Frank Borzage y Fritz Lang.
Se estableció en Viena, donde se puso a trabajar para Sascha Film, productora potente de gran éxito en Europa, para la que rodó alguna superproducción. Destacan las bíblicas Sodom und Gomorrha, y La reina esclava, en torno al romance de un príncipe egipcio con una joven hebrea. El film se estrenó con gran éxito en Estados Unidos, donde apasionó al legendario productor Jack Warner, que decidió ofrecerle al realizador europeo un sustancioso contrato en 1928 para que cruzara el charco y se fuera a trabajar a Hollywood. Dejó atrás a varios hijos ilegítimos e incluso rompió con su pareja, la actriz Lili Damita, con la que había reemplazado a su esposa, la también intérprete Lucy Doraine, en 1923.
Warner quería a Curtiz para otro film basado en el Antiguo Testamento, El arca de Noé, que debía superar en recaudación a Los diez mandamientos (1923), de Cecil B. DeMille, uno de los grandes hitos del cine mudo. El film contaba con un generoso presupuesto que dio para 7.500 extras –entre ellos un jovencísimo John Wayne– que debían correr en un gigantesco decorado que iba a inundarse con 15.000 toneladas de agua. La filmación de la secuencia terminó en tragedia, pues murieron tres personas y varios resultaron gravemente heridos.
Para colmo de males, mientras terminaba la fase de montaje, empezaba a triunfar el cine hablado. Curtiz añadió para disimular un par de secuencias con diálogos, pero el film fue un sonoro –nunca mejor dicho– fracaso. A pesar de todo, Warner le mantuvo el contrato al húngaro, que rodó para él numerosos títulos, los primeros de discreta acogida, como Los crímenes del museo, Infierno negro o Veinte mil años en Sing Sing.
En 1935 el productor le instó a emular el éxito de MGM con Rebelión a bordo rodando un film de aventuras marítimas en la misma línea, titulado El capitán Blood, adaptación de una novela del especialista en el género Rafael Sabatini. Jack Warner le impuso a Michael Curtiz como protagonista a Robert Donat, que había triunfado con El conde de Montecristo (1934), pero éste renunció en el último momento. El realizador decidió apostar fuerte por un completo desconocido que era ni más ni menos que el nuevo esposo de su ex, Lili Damita, que se había trasladado también a Estados Unidos. Se trataba de un joven australiano con posibilidades que atendía al nombre de Errol Flynn. Warner accedió a regañadientes, porque al fin y al cabo tenía a Flynn en nómina y por la fuerza de las pruebas que le habían hecho caracterizado como el personaje.
Por lo visto el actor no paraba de discutir con Curtiz. Pero Flynn había nacido para el género aventurero, y tenía una enorme química con la actriz principal, la entonces aún desconocida Olivia de Havilland. El film fue un gran éxito y obtuvo seis infructuosas candidaturas a los Oscar, entre ellas una para Curtiz como mejor director (la primera nominación de las cinco que cosecharía a lo largo de su carrera en esa categoría, aunque sólo triunfó en la última).
Así las cosas, Warner obligó a volver a trabajar juntos a Flyn y a Curtiz que se dedicaban los peores insultos imaginables cada vez que se veían (Olivia de Havilland también repetiría con ellos a menudo). Su siguiente trabajo juntos fue La carga de la brigada ligera, rodaje que resultó complicado porque se incendió el hotel donde se alojaban los miembros del equipo, que tuvieron que continuar su trabajo durmiendo por las noches en tiendas de campaña. A pesar de su enorme espectacularidad, la secuencia final de la caballería fue polémica por culpa de Flynn, que se quejó por el mal trato a los caballos a una sociedad protectora de animales que se encargó de organizar protestas.
Parece ser que Flynn no se llevaba mejor con otros cineastas. Le sacó especialmente de sus casillas William Keighley, que inició el rodaje de Robin de los bosques, también con De Havilland. Cuando el director le dijo que se afeitara la perilla, el actor montó en cólera y exigió a Warner que le sustituyera. Lo malo fue cuando se enteró de que el estudio había designado en su lugar a Michael Curtiz. "En cuanto ese húngaro hijo de... entre en el set, yo me marcharé", llegó a decir, pero se ve que el astro sabía que en el fondo no le iba a mal a sus órdenes y se quedó.
A pesar de la conflictiva relación de Curtiz con Flynn, el dúo rodó títulos, como Dodge, ciudad sin ley, La vida privada de Elizabeth y Essex –donde la que brillaba era Bette Davis–, Four's a Crowd y Camino de Santa Fe (también con De Havilland), o El halcón del mar, Oro, amor y sangre, Dive Bomber y The Perfect Specimen (sin la actriz). Por su parte, Curtiz rodó algún que otro título con De Havilland sin Flynn, como El rebelde orgulloso, El caballero Adverse y En busca de oro.
Cuentan que su acento húngaro era terrible y que costaba entenderle en inglés. Valga como ejemplo que una vez intentó halagar a una mujer diciéndole "querida, apestas muy bien". Michael Curtiz tenía fama de director tiránico, hasta el punto de que le molestaba detenerse para comer. "Con un vaso de leche basta", les decía a sus técnicos y alargaba los rodajes hasta la extenuación, exigiéndole máximo rendimiento a sus colaboradores. Pero era un tipo que sabía lo que quería, y lo tenía todo muy controlado. Herbert Plews, su ayudante de dirección habitual, llegó a comprobar que durante un rodaje se acordaba perfectamente de la posición de las cámaras, los focos y los actores en una escena que estaban repitiendo, varias semanas después de la primera toma.
Además, era un hombre de enorme personalidad, a quien no le preocupaban las convenciones y correcciones políticas. Cuando rodaba This is the Army, gritó durante una toma "que entren los soldados negros". George Murphy, actor principal, le dijo que la palabra 'negro' tenía una connotación racista y que debía usar 'de color'. Así que el realizador reinició la toma y dijo "que entren los soldados de color negro".
El film más importante de la carrera de Michael Curtiz fue sin duda Casablanca, adaptación de la obra teatral "Eveybody's Comes to Rick", de Joan Alison y Murray Burnett, que su amigo Hal B. Wallis le encargó por casualidad. Wallis había pensado en primer lugar en William Wyler, pero éste no estaba disponible. Pensaba que no iba a tener un gran éxito, pero aún así le pidió a Curtiz que lo rodara. El Estudio anunció como protagonistas en un primer momento a Ann Sheridan y Ronald Reagan, pero finalmente se escogió a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.
El rodaje fue un caos, sobre todo porque comenzó sin que estuviera acabado el guión. Los hermanos Julius J. y Philip G. Epstein tuvieron lista su parte a tiempo, pero gran parte del libreto le correspondía a Howard Koch, que se retrasó varias semanas. Los tres no estuvieron juntos nunca en la misma habitación, y además fueron realizando cambios progresivamente conforme se iban filmando las escenas.
Howard Koch cuenta que Ingrid Bergman le preguntó si su personaje tenía que amar más al personaje de Humphrey Bogart o a su marido. "Yo le dije: ‘No lo sé … a ambos por igual’. No teníamos un final, así que no sabía lo que iba a suceder .", comentó Koch. "El desenlace de la película estuvo en el aire hasta el final… Yo trabajaba todos los días en el set… Creo que en realidad nunca lo tuvimos claro… Pensamos en muchas posibilidades y finalmente decidimos el que está en la película".
El film obtuvo tres Oscar, en las categorías de mejor película, guión adaptado y dirección, lo que supuso por fin el reconocimiento de la Academia para Curtiz. Previamente, el realizador había competido por la estatuilla cuatro veces infructuosamente, por El capitán Blood, Four Daughters, Ángeles con caras sucias, y Yanqui Dandy. Además, su trabajo Sons of Liberty, de 1939, donde Claude Rains interpretaba a un notable revolucionario americano, había obtenido el Oscar al mejor corto, en 1939.
Curtiz destacaba claramente en el cine de aventuras, como demostró con las citadas películas de Errol Flynn y títulos como El lobo de mar, adaptación de la novela de Jack London, con Edward G. Robinson. Pero el cineasta supo moverse como pez en el agua por los más diversos géneros, como el western (Los comancheros), el biopic (El trompetista, The Story of Will Rogers, Francisco de Asís), el drama romántico (Flamingo Road, Alma en suplicio), el cine histórico (fue el autor de la excelente Sinuhé, el egipcio), el cine de gangsters (Ángeles con caras sucias), el musical (The Jazz Singer, el film de Elvis Presley El barrio contra mí) y hasta ocasionalmente la comedia (No somos ángeles).
La mujer de su vida fue sin duda la actriz Bess Meredyth, su tercera esposa (después de las citadas Lili Damita y Lucy Doraine), con la que se casó en 1929, y que tras dar a luz a un hijo, le acompañaría hasta el año de su muerte. Ambos mantenían una gran amistad con el productor Hall B. Wallis y su esposa, la también actriz Louise Fazenda. Aunque al parecer, Michael Curtiz le era constantemente infiel a Meredyth, y se llegaron a separar brevemente, ella fue una colaboradora esencial que le ayudaba cuando no entendía parte del guión, por su defectuoso inglés, o para solucionar diversos problemas durante los rodajes.
Frente a sus coetáneos Howard Hawks o John Ford, idolatrados por los críticos de Cahiers du Cinema con la vitola de autor, Michael Curtiz fue menos considerado por ellos. Pero fue un maestro de la planificación, y en su filmografía se repiten algunos temas como el sufrimiento y la muerte. Además, era capaz de rodar finales realistas y coherentes en una época en la que en Hollywood primaba la ley del 'happy end', fuera éste creíble o no (recuérdense los finales de Casablanca o Murieron con las botas puestas).
El 10 de abril de 1962, Michael Curtiz fallecía a consecuencia del cáncer. Tras cinco décadas en activo, el prolífico cineasta murió 'con las botas puestas', pues dejó pendiente de estreno el excelente western Los comancheros, protagonizado por John Wayne.
Premios
Ganador de 1 premio
- Dirección Casablanca
Nominado a 1 premio
- Dirección Yanqui Dandy