
Daniel Brühl
44 añosThe Natural
Interpreta a jóvenes idealistas, en películas de contenido sociopolítico. No le importa que sus personajes sean de una ideología radical, siempre que la película ofrezca también puntos de vista más sosegados. En los pocos años que han pasado desde Good Bye, Lenin!, rodada en 2003, Daniel Brühl se ha ganado a la crítica por su naturalidad, y lleva camino de convertirse en una estrella, algo que no abunda en el cine europeo desde los tiempos de Alain Delon.
El joven rostro más representativo del cine alemán actual nació curiosamente en España, donde su padre, el director televisivo Hanno Brühl, había conocido a su esposa, una mujer catalana, durante un rodaje en nuestro país. El matrimonio tuvo su primer vástago en Alemania, pero la experiencia hospitalaria fue tan desafortunada, que ella dejó de confiar en los médicos germanos. Al quedarse nuevamente embarazada, decidió dar a luz en Barcelona, donde el 18 de junio de 1978 nacía Daniel César Martín Brühl González Domingo, su aristocrático nombre real. Su familia se estableció definitivamente en Colonia, aunque los Brühl solían visitar a los abuelos catalanes todos los años. “En realidad, tengo más familia en España que en Alemania, y mi hermano vive en Barcelona desde hace años”, ha revelado. También dice el propio Daniel Brühl que su vocación actoral le viene de niño, pues a la tierna edad de 4 años el “angelito” se hacía el muerto para asustar a su madre. Decidió dedicarse a la interpretación tras unas cuantas funciones infantiles, lo que le costó un disgusto a su padre, que al ser director conocía la parte turbia de la profesión. “Quería protegerme porque sabe de sobra que muchos actores acaban mal. Curiosamente, ahora que me ha visto trabajar, opina que no se me da mal, e incluso hicimos una película juntos, Hin und weg, rodada para televisión, inédita en España”, explica el actor. Al contrario que otros compañeros de profesión, no se matriculó en ninguna escuela de arte dramático, sino que es autodidacta. A los catorce años le dieron un papelillo en una serie televisiva, y a los quince rodó su primer telefilm, Svens Geheimnis, sobre ladrones adolescentes.
A principios del nuevo milenio, Daniel Brühl compaginaba su trabajo como actor con la música, pues se convirtió en el cantante de Purge, una banda de rock que no hizo demasiado ruido. Quiso el destino que llamara más la atención como protagonista de Boxing, notable drama pugilístico en que interpretaba a un muchacho humilde, decidido a abrirse camino en el boxeo profesional. Encadenó el rodaje con el de Vaya con Dios, comedia en que era un joven monje cantor, que se replanteaba su vocación religiosa tras conocer por vez primera a una mujer.
En cualquier caso, lo que todos los aficionados al cine de calidad recordarán es que Daniel Brühl dijo adiós a la condición de actor desconocido, con Goodbye, Lenin!. En esta deslumbrante tragicomedia de Wolfgang Becker era un joven capaz de todo para evitarle un disgusto a su madre, comunista convencida que acaba de salir del estado de coma. Como ésta sufriría un infarto si se entera de que el muro de Berlín ha caído, al igual que el régimen al que ella veneraba, el chico teje una red de mentiras para mantener la ficción de que nada ha cambiado. Además de conquistar el corazón del público en todos los países donde fue estrenada, la cinta se convirtió en fenómeno de masas entre los alemanes, que veían reflejados en la pantalla las drásticas transformaciones de su país en un lapso de tiempo reducido. En los premios del cine europeo, a Brühl le cayó el relativo al mejor actor.
De ex comunista pasó a anarquista en Los edukadores, donde era miembro de una pandilla que se colaba en casas de gente adinerada, para poner sus muebles patas arriba y dejarles un mensaje que removiera sus conciencias burguesas. Hasta que les da por secuestrar al dueño de una de las casas asaltadas, ‘sesentayochista’ reconvertido. “Por supuesto, creo que mi personaje se equivoca llevando a cabo acciones equivocadas, pero me identifico con su conciencia política. Acepté el papel porque me identificaba con el personaje, en la medida en la que pretende encontrar soluciones, para solucionar los problemas”, recuerda Brühl.
Decidido a compaginar su carrera en el cine tudesco con otras cinematografías europeas, se embarcó en un proyecto británico, La última primavera, donde era un náufrago amnésico recogido por dos encantadoras ancianas. A Brühl le entró pánico cuando se enteró de que tenía como compañeras de reparto a dos damas del teatro y el cine inglés, Judi Dench y Maggie Smith, tanto que tuvo que tomarse un whisky antes de empezar a rodar. Sin embargo, quedó encantado con ambas actrices. “A pesar de la carrera tan impresionante que tienen las dos, se esfuerzan por no caer en la rutina, ni en el aburrimiento que a veces reflejan los actores veteranos. Eran como dos niñas ilusionadas con un juguete nuevo”, recuerda Brühl. En cualquier caso, era más interesante su siguiente trabajo, Feliz Navidad, emotivo drama en el que interpretaba a un personaje secundario, un teniente que sufría una enorme transformación. “En la Gran Guerra, los jóvenes alemanes marchaban eufóricos al frente, porque estaban cansados del sistema, del gobierno, y pensaban que al ir a conquistar Europa cambiarían la sociedad”, explica. “Mi personaje es un patriota un tanto ofuscado, que de repente se da cuenta de que el enemigo está formado por seres humanos”. Aunque la película recrea un suceso insólito, la tregua a la que llegan los soldados del frente durante la Nochebuena, lo cierto es que se basaba en hechos reales. “Cuando me llegó el guión, creía que era un cuento de un guionista bastante fantasioso. Pero se lo comenté a mi padre, y me dijo que aquello había ocurrido realmente”, recuerda Brühl.
Especialmente difícil fue el rodaje de Cargo, thriller con mensaje que le obligó a pasar meses en la embarcación donde transcurre la acción. “Llegue a detestar el barco porque además estaba deseando irme a tomar fotos, una de mis grandes aficiones, por las calles de Barcelona”, se lamenta Brühl. Pudo por fin permanecer mucho tiempo en la ciudad condal durante el rodaje de Salvador Puig Antich, donde encarnaba a otro anarquista, un personaje real que fue a condenado a muerte al final del franquismo.
Se ve que Brühl está dispuesto a rodar a destajo, ahora que está de moda, eso sí, escogiendo con lupa sus proyectos. “No me interesa el cine que no tenga mensaje. Una película que no me aportara nada como espectador, no la quiero rodar como actor”, confiesa Brühl, que ha hecho el drama bélico In Tranzit, con John Malkovich y la comedia Two Days, protagonizada, escrita y dirigida por la actriz Julie Delpy. El mismo Brühl sueña con llevar a la pantalla un guión que está preparando y que se desarrolla en Sudamérica.